En este artículo de El Confidencial, firmado por Marcos Lema, se puede ver claramente el nivel de tantos periodistas españoles, que seguramente tienen que escribir tales artículos para quedar bien con la jefatura, ganarse los garbanzos e intentar progresar en tan desacreditada profesión.
Nada más empezar llama a Putin, (presidente de la Federación de Rusia) «el sátrapa ruso». Ya nos podemos hacer una idea de por dónde van a ir los tiros en el artículo. Por supuesto hecha la culpa de los altos precios del gas y la electricidad a Putin, como si los gobernantes europeos no tuvieran nada que ver. Todo esto ya nos lo veíamos venir aquí. Dice también que Rusia se vuelca hacia el este, hacia China, como si los gobernantes europeos no tuvieran nada que ver en eso. Dice estupideces tales como «Para revivir la gloria imperial de su país no es suficiente con ostentar el poder; hace falta acapararlo todo, como hicieron los zares durante la época dorada. Con una diferencia: en el siglo XXI, los dioses ya no habitan en el Palacio de Invierno, sino que construyen gasoductos. ¿Pero qué dioses, señor mío? ¿Pero qué estupideces dice? ¿Acaso no hay compañías en España, como AENA y tantas otras, participadas mayoritariamente por el estado? ¿Acaso no hay medios «oficialistas» en España, como RTVE y sus periodistas rusófobos?
Verdaderamente cabría preguntarse si esta gente escribe lo que piensa o sigue un dictado. Yo quiero decantarme por lo segundo, pues no creo que en España haya tanto retardado en la profesión periodística. Verdaderamente no creo que alguien pueda ser tan tonto para pensar que se le pueden poner sanciones y más sanciones a Rusia, acumular tropas de decenas de países en sus fronteras, tropas españolas incluidas, y pretender que te venda el gas cuando tu quieres y baratito. Sepan que ya el ministro Lavrov dijo hace tiempo que la Unión Europea ya no era un socio confiable para Rusia. Sepan que las decisiones tienen CONSECUENCIAS en las relaciones futuras entre los países. Que no somos el ombligo del mundo, señores, que no podemos ir por la vida como los colonizadores de los siglos pasados, que hay que negociar y RESPETAR al otro y su idiosincrasia. No se puede coaccionar a un país como Rusia, que por fortuna aún es una nación SOBERANA, que toma sus propias decisiones en función de sus intereses. Cosa que se echa de menos en España, por desgracia.
Por otra parte, llamar «sátrapa» al presidente de una nación es una estupidez. Señor Marcos, que Putin está elegido por los rusos, que si duda de su apoyo popular es que no conoce usted NADA de Rusia, que no se entera. No me venga a escribir tontería sin análisis alguno. ¿Qué contratos ha incumplido Gazprom? ¿Por qué no han comprado las empresas europeas gas a largo plazo, que sale más barato? ¿Por qué no puede vender Rusia su gas a quien considere oportuno? ¿No querían presionar a Rusia con sanciones? Pues aquí están las consecuencias. A pagar el españolito de a pie los platos rotos de los lumbreras de Bruselas. Y ¡ojo!, aquí todos a tragar y a culpar a Putin. Y nosotros con los aviones en Lituania, para que Sánchez haga el numerito… Y así nos va.
Pueden ver el bodrio a continuación, en su formato original.
El gasoducto que da todo el poder a Putin: podrá elegir si aprieta a China o ahoga a Europa
El Power of Siberia 2 conectará los circuitos occidental y oriental, con epicentro en la península de Yamal. Cuando se culmine, el sátrapa ruso tendrá la potestad de escoger hacia dónde se dirige el gas siberiano
Vladimir Putin tiene el poder. Basta seguir la cotización del gas en Europa durante los últimos meses para comprobar la incidencia que ejerce el presidente ruso sobre el mercado energético del Viejo Continente. Una frase, y ya no se diga una decisión, puede disparar los futuros a un ritmo de doble dígito en cuestión de minutos. O hundirlos. Pero el exagente de la KGB no se conforma. Para revivir la gloria imperial de su país no es suficiente con ostentar el poder; hace falta acapararlo todo, como hicieron los zares durante la época dorada. Con una diferencia: en el siglo XXI, los dioses ya no habitan en el Palacio de Invierno, sino que construyen gasoductos.
Mientras China consolida su Nueva Ruta de la Seda y Europa y Estados Unidos se repliegan sobre sí mismos, la Rusia putiniana proyecta una obra faraónica que sitúa el viejo imperio —aún hoy la nación más extensa del mundo—en el centro de la nueva guerra fría entre Oriente y Occidente. Todos los caminos parten de Siberia.
El gasoducto Power of Siberia 2 unirá la península de Yamal, al noroeste de esta región, con Pekín, a través de una extraordinaria obra de ingeniería que recorrerá más de 4.000 kilómetros: 2.600 en territorio ruso, 980 en Mongolia y los últimos 560 en China, según la consultora IHS Markit. Será operado por Gazprom, la principal gasista del mundo. Sin embargo, la página web de la compañía semiestatal rusa aún no lo recoge entre sus proyectos, en una muestra más de la falta de transparencia que rodea una operación de profundo calado geopolítico. Ni siquiera se conoce el trazado exacto, lo que hace imposible delinear un mapa preciso de cuáles serán las conexiones de la infraestructura con la red existente.
La filosofía de Rusia siempre ha sido la misma: consolidar el giro estratégico hacia Asia y meter más presión al abastecimiento de Europa
En un primer momento, la idea era que el gasoducto entrase en China a través de la prefectura de Altay, en la provincia de Xinjiang, pero finalmente se descartó debido a las tensiones territoriales en esa región, donde la dictadura ha reprimido duramente a la minoría uigur. El proyecto aprobado en marzo por el Kremlin, y al que Gazprom ha dado el visto bueno tras los preceptivos informes técnicos, opta por la vía mongola, con una extensión denominada Soyuz-Vostok que atravesaría la capital, Ulán Bator. El propio Putin dio su bendición a este ramal tras entrevistarse con el mandatario mongol a mediados de diciembre, según recogió la agencia oficial Tass: «El trabajo avanza y avanza exitosamente«.
En cambio, aún faltan los informes sobre la viabilidad económica de la obra, que el presidente ruso ha adelantado que se conocerán en las próximas semanas. Los últimos detalles estuvieron sobre la mesa en un reciente encuentro telemático entre Putin y su homólogo chino, Xi Jinping. La letra pequeña ha ido cambiando desde la firma del primer memorándum en 2013, pero la filosofía siempre ha sido la misma: consolidar el giro estratégico de Rusia hacia Asia y meter aún más presión al siempre complicado abastecimiento de Europa. Con los precios del gas por las nubes y en plena tensión a costa de Ucrania, este ha sido el momento escogido por Putin para pisar el acelerador. Sin embargo, todavía habrá que esperar: está previsto que las obras comiencen en 2024 y finalicen en 2030.
Cuando se inaugure, el canal de abastecimiento podrá transportar hasta 50.000 millones de metros cúbicos al año. Esto supone un tercio de las exportaciones a China y un 30% más que su hermano mayor, el Power of Siberia, que desde diciembre de 2019 une el sur de esta inmensa región rusa y el este del gigante asiático a través de una infraestructura de 3.000 kilómetros que requirió una inversión de 50.000 millones de euros. La conexión entre ambos gasoductos, así como con otros que transcurren por China, aún está en el aire. Pero, para Europa, el enlace verdaderamente importante es el que se realiza en el inicio de la red.
Tanto el Yamal-Europa —que une Rusia con Alemania a través de Bielorrusia y Polonia, y tiene capacidad para 33.000 millones de metros cúbicos anuales— como, en última instancia, el Nord Stream y hasta la vía ucraniana parten de la península siberiana, siempre en dirección hacia Occidente. La región acumula las principales reservas de Rusia, que se estiman en 17,3 billones de metros cúbicos, según unas recientes declaraciones del viceprimer ministro, Alexandr Nóvak, recogidas por la agencia oficialista Sputnik. La producción podría duplicarse de aquí a 2035, añadió, para hacer frente al aumento de la demanda, especialmente en Asia. En este contexto, ¿qué le puede esperar a Europa con los últimos movimientos en su frontera oriental?
Si esto fuese un juego de suma cero, la capacidad adicional que ganaría el Viejo Continente con el controvertido Nord Stream 2 —aún pendiente de aprobación— podría perderla a través del Power of Siberia 2. La apertura de la última jugada maestra del Kremlin situaría la Unión Europea de 2030 como un títere —si no lo es ya— en manos del autócrata ruso, que tendría la potestad de elegir si el ‘oro’ de Yamal fluye hacia el oeste por los gasoductos actuales o se dirige hacia el este mediante la nueva infraestructura. Es decir, si aprieta a China o ahoga a Europa.
El nuevo botón rojo del Kremlin es una palanca con dos direcciones: Berlín y Pekín. Lo peor para Europa es que solo podrá accionarla Putin
El nuevo botón rojo del Kremlin es una palanca con dos direcciones: Berlín y Pekín. Lo peor para los Veintisiete es que ese mecanismo lo accionará Putin o, en su defecto, su sucesor en la presidencia de Rusia. El país euroasiático es el principal proveedor tanto de la Unión Europea, que fía un 35% de sus importaciones al vecino del este, como de China, que ya compra a Moscú cerca del 40%.
Pero la situación no es la misma: mientras que el consumo en el mercado europeo permanece estancado a largo plazo —más allá del repunte de los últimos meses por la apertura tras la pandemia—, el gigante asiático, en pleno proceso de descarbonización, se ha convertido en el primer importador mundial y en la gallina de los huevos de oro para Gazprom. Su presidente, Alexéi Míller, nunca lo ha ocultado: «El mercado que crece más rápido es China, que cada año nos impresiona», se jactó en unas declaraciones recogidas por la televisión oficialista RT. En el primer semestre de 2021, las importaciones de gas ruso crecieron un 23%, y está previsto que se doblen de aquí a 2035.
La apertura del Power of Siberia 2 supone la culminación lógica de ese proceso. Anna Galtsova, directora del servicio de Energía para Rusia y el Caspio de IHS Markit, resume la situación en una nota publicada por la consultora: «La nueva ruta es favorable para Gazprom. Además de la oportunidad de exportar más gas ruso a China, una conexión directa por gasoducto entre Siberia Occidental y el mercado chino supone una importante diversificación de las opciones de suministro». En otras palabras: dejar de depender de Europa sin que Europa deje de depender de ti.
La empresa semipública ha encontrado un filón para hacer negocios, y el poder político una nueva forma de hacer chantaje. Alexander Gabuev, investigador principal y presidente del Programa de Rusia en Asia-Pacífico en el Centro Carnegie de Moscú, es una de las pocas voces que han llamado la atención sobre los riesgos que se esconden tras el Power of Siberia 2, mientras los líderes comunitarios siguen ensimismados en el debate sobre el Nord Stream 2. «El nuevo proyecto de Rusia y China supone una amenaza real para la Unión Europea«, advertía en un artículo de opinión publicado en el diario londinense ‘Financial Times’, en el que recordaba que el gas transportado a través de esta infraestructura tiene el mismo origen que el que importa la UE. Y añadía: «Gazprom tendrá otra baza a la hora de negociar con Europa».
De momento, la caída del flujo, principalmente a través del Yamal-Europa, se ha visto compensada por el aumento de las compras de gas natural licuado, sobre todo desde Estados Unidos. Pero Asia todavía retiene la mayor parte de este mercado. Los Veintisiete buscan alternativas, mientras China las encuentra y Putin sigue acumulando poder gracias a Siberia. No parará hasta acapararlo todo.