Es cosa teatral, de sainete diría yo, el gobierno que tenemos en España. Mientras un ministro prepara una ley anti-chuletón, el presidente protagoniza una representación ridícula para justificar el gasto que supone tener siete aviones españoles en la frontera rusa. El teatrillo y las posteriores crónicas del coro de medios rusófobos españoles cacareando como si de Radio Macuto se tratara. «Invasión del espacio aéreo Báltico» (?) dicen algunos. «Esto demuestra que la presencia de España aquí es necesaria para defender la democracia» dice nuestro héroe. Cuando hablan de democracia en las repúblicas bálticas suponemos que se olvidan de la situación de los hablantes de ruso naturales de Estonia, sin derecho a voto ni pasaporte… Seguro que Estonia no es de esas veintitrés democracias de las que hablaba la ministra Laya.
Van a hacer una rueda de prensa junto a los aviones de alerta. ¿Se puede ser tan estúpido? Y luego, ¡vaya por Dios! van los rusos malos a fastidiarles la performance. Ahora ya entendemos la elección del escenario. Un atrezo de varios millones de euros. Sánchez no merece menos. Nuestro héroe moviliza a la aviación y lo que haga falta. Mientras la sonrisa del presidente lituano hace la situación surrealista. ¡Estos españoles!… pero bueno, ya que ponen el dinero y los aviones, voy a seguirles la corriente, parece pensar.
«Alfa Scramble» «Alfa Scramble» y todo por el aire. La rueda de prensa, los atriles, los presidentes… la función ha comenzado, refrito ibérico en Lituania de un Top Gun de pacotilla. Mientras tanto, los rusos a lo suyo: a Kaliningrado, de maniobras, lo que sea.
Los medios patrios cacarean nuevamente. Las mismas consignas, los mismos prejuicios sin corroborar, sin contrastar. «Invasión del espacio aéreo«, «potencial peligro para la OTAN«, «los rusos no responden a los controles de la OTAN«… ¿Acaso serían esos dos aviones la avanzadilla de la invasión rusa a Cataluña para apoyar el procés?
Nuestros problemas están allí, en la frontera rusa. Por cierto, ¿Cuánto nos costará esa orgía OTANera?