«Cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo«, dice un refrán español. Y cuando se aburre la corresponsal de EL PAÍS en Moscú, como no tiene con que matar moscas se limita a atacar sin disimulo a Rusia. Atacar a Putin, no se olviden, es atacar a Rusia, pues es el presidente que los rusos han elegido en las urnas. Le pese a quienes le pese. Y parece que les pesa, y mucho. Es algo que les supera, que les resulta incomprensible, que no son capaces de asimilar. Atribuyen a Putin poderes sobrehumanos. Putin está en todas partes, como Dios. Putin es la mezcla de Atlas y Medusa. En su Cosmología, Putin es el mal, el demonio, y todos los males de Occidente proceden de Él y con Él se relacionan. Aunque se consideran progresistas y tolerantes, su visión del mundo continúa los esquemas religiosos más recalcitrantes: una mezcla de mitología clásica, aderezada con maniqueísmo y cristianismo medieval. La existencia de la diosa Razón no les ha sido revelada todavía a estas criaturas que están en el limbo de los ignorantes. Ningún análisis de la situación sale de su magín, son incompetentes analistas porque son voceros de unos intereses, aunque se disfracen de periodistas. Cubren una función, sin más.

Este «artículo» es un ejemplo de ataque directo a Rusia, sin venir a cuento. Un compendio de acusaciones sin probar. Un chismorreo de verdulería elevado a nivel global, pero chismorreo a fin de cuentas. Una decepción y un harakiri al periodismo, practicado por el periodismo mismo. Contados tienen los días los medios de comunicación oficiales si siguen por este camino. Quizá tengan algo de futuro como pornografía intelectual, masturbadores mentales, pues para lo único que sirven es para proporcionar placer a sus incondicionales seguidores, y justificación a los que verdaderamente nos controlan en nuestras «democracias mercantilizadas» de la globalización. «Paguen señores y vean lo mala que es Rusia».

¿Y para eso paga EL PAÍS una corresponsal en Moscú? Allá ellos. Pero ni ella misma se cree lo que dice. De lo contrario no andaría tan tranquila por ese país con «tan diabólico presidente» escribiendo lo que escribe de él.

A continuación pueden leer el artículo, o verlo en su sitio original aquí.

¿Verdad Sahuquillo, que ni tú misma te crees lo que escribes?

EL PAÍS

El atlas de los largos tentáculos del Kremlin

MARÍA R. SAHUQUILLO

Moscú – 22 JUL 2020 – 00:30 CEST

Agencias occidentales sitúan a espías y organizaciones vinculadas a Rusia tras ciberataques, interferencias electorales, asesinatos de disidentes o la difusión de noticias falsas

Espionaje, operaciones de ciberataque, injerencias electorales, asesinatos de disidentes, movilización de mercenarios, difusión de noticias falsas, robo de datos. Occidente lleva varios años responsabilizando a Rusia de interferencias diversas, la mayoría con el objetivo de desestabilizar Estados u organizaciones, dicen. El último capítulo llega de la mano de un informe del Parlamento británico que determina que las injerencias de Moscú son “la nueva normalidad” en el Reino Unido y acusa a sus servicios de inteligencia de no tomarse en serio las intromisiones. Esto se suma a una larga lista de acusaciones concretas de Gobiernos de países, agencias especiales o incluso Fiscalías especializadas que llegan a involucrar, en varios casos, a la agencia militar de espionaje rusa. Informes de los servicios de inteligencia de varios Estados occidentales aseguran que han identificado a Moscú u organizaciones vinculadas detrás de operaciones e incidentes en los Países Bajos, Francia, Montenegro, Alemania, varios Estados africanos.

Un gran aparato de guerra híbrida que empezó a aflorar tras la agresiva campaña de injerencias en las elecciones presidenciales de EE UU de 2016, según datos de la inteligencia de Washington, reveló elementos como el uso de redes sociales como Facebook para diseminar información y fomentar la polarización; también mostró la debilidad de los sistemas de protección. El Kremlin ha negado tajantemente todas las acusaciones de interferencias. También la última del informe del Reino Unido al que acusa de asumir un “papel de liderazgo en la rusofobia” y de buscar distraerse de la pérdida de estatus debido a la crisis del Brexit. Aquí se exponen algunas operaciones o incidentes detrás de las que expertos y agencias de inteligencia occidentales identifican los tentáculos del Kremlin:

La trama rusa. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos y el FBI determinaron en enero de 2017 que el presidente ruso, Vladímir Putin, orquestó una campaña de injerencia a las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016 para denigrar a la entonces candidata demócrata Hillary Clinton y favorecer al republicano Donald Trump. La injerencia se sirvió sobre todo de propaganda y ciberataques, que incluyeron el robo de correos de los demócratas por parte de grupos de hackers vinculados a la inteligencia rusa. La llamada trama rusa se convirtió poco después en una investigación sobre Trump y su posible confabulación con el Kremlin cuando empezaron a salir a la luz contactos poco ortodoxos y reuniones entre el entorno del magnate republicano y personas vinculadas con Moscú, el Kremlin y la élite rusa. Un informe de hace unos meses del fiscal especial Rober Mueller exonera a Trump de la conspiración con el Kremlin pero relata cómo trató de interferir en las pesquisas.

Para desgracia de EL PAÍS y su Alandete, todos esos artículos y tiempo empleado fue perdido, porque todo quedó en nada. Aún así siguen y siguen. Es la vieja historia: «difama que algo queda».

Disidentes en la diana. Según los servicios secretos británicos, varios agentes de la inteligencia militar rusa (Departamento Central de Inteligencia o GRU) trataron de asesinar en 2018 al exespía ruso Serguéi Skripal. En el ataque, en el que utilizaron un agente nervioso llamado Novichok, envenenaron también a su hija; se salvaron pero como consecuencia murió una mujer que tuvo contacto con el veneno. Reino Unido ya había vivido ataques a disidentes con el caso de Alexánder Litvinenko, un ex agente del Servicio Federal de Seguridad (FSB, heredero del KGB) y desertor que fue envenenado con Polonio en 2006. Se ha detectado también ataques en los últimos años en Alemania o en Francia. Hace unos meses, la fiscalía alemana acusó a Moscú de ordenar el asesinato de un rebelde checheno en Berlín.

Me acuerdo de cuando los británicos mataron en la colonia que tienen en territorio español a tres terroristas del IRA, con francotiradores, en mitad de la calle. Eso si que son agentes secretos, y no los rusos, que no son capaces de matar a un señor mayor y su hija.

Inteligencia militar. Es el GRU (el Departamento Central de Inteligencia) —y sobre todo a su brigada de élite llamada Unidad 29255—, conocido por su intervención, por ejemplo, en la anexión de la península ucrania de Crimea, a quien servicios de inteligencia occidentales o medios especializados sitúan detrás de operaciones tan graves como un frustrado golpe de Estado en Montenegro en octubre de 2016, el intento de asesinato en 2015 de un traficante de armas búlgaro o una agresiva campaña de desestabilización en Moldavia. La Audiencia Nacional española investiga también la presencia de un miembro destacado del GRU en Cataluña en 2017 en momentos clave del procés soberanista. Además de España, al menos cuatro países tienen investigaciones abiertas sobre esa supuesta brigada o sobre el GRU.

Veremos en que queda todo.

Ciberataques en los Países Bajos. Los servicios secretos neerlandeses desvelaron en 2018 que habían desbaratado un ataque informático de la inteligencia militar rusa a la Organización contra la Proliferación de las Armas Químicas (OPAQ), en La Haya. Los expertos de esa organización investigaban en ese momento qué tipo de sustancias se habían empleado en dos supuestos ataques con armas químicas: el sufrido por el exespía ruso Skripal y su hija, Yulia, y un ataque contra la ciudad siria de Duma en 2018, según un informe de las autoridades neerlandesas. Los Países Bajos identificó entonces, con ayuda del Reino Unido, a cuatro agentes del GRU como los supuestos responsables y los expulsó.

¿Recuerdan el «escandalito» de el espionaje masivo de los estadounidenses a Angela Merkel?

Financiación interesada. En 2017, el entonces candidato a la presidencia de Francia Emmanuel Macron remarcó frente al presidente ruso, Vladímir Putin, que Moscú estaba tratando de interferir en las elecciones. El aspirante de En marcha! denunció que los medios estatales rusos Russia Today (RT) y Sputnik difundían noticias falsas para dañar su campaña. Dos días antes de la votación se filtraron decenas de correos electrónicos del equipo de Macron. No se apuntó de manera directa a Rusia pero sí indirectamente. El fantasma de la injerencia del Kremlin sobrevolaba la campaña francesa desde hacía tiempo, sobre todo desde que se desveló que en 2014, el Frente Nacional de Marine Le Pen, con serias dificultades económicas, recibió un ventajoso préstamo de nueve millones de euros de un banco ruso. La financiación de organizaciones diversas, partidos o movimientos extremistas también está en el libro de jugadas del Kremlin, según analistas como el laboratorio de ideas Carnegie y observadores. El año pasado, la fiscalía de Milán abrió una investigación para determinar si el partido de Matteo Salvini, la ultraderechista Liga Norte, había recibido fondos o algún tipo de beneficio de Rusia.

Todo «demócrata» que se precie necesita una injerencia rusa en su campaña, es lo mas chic.

Vacuna de la covid-19. EE UU, Reino Unido y Canadá aseguraron la semana pasada haber identificado un ataque cibernético para robar datos de la investigación de la vacuna contra la covid-19. Señalan al grupo APT29, también conocidos como Cozy Bear y a quien se vincula con el Gobierno ruso, como responsable del ciberespionaje que tenía como objetivo Gobiernos, grupos de expertos, universidades, compañías privadas y otras organizaciones que trabajan en las vacunas en el ámbito mundial. Cozy Bear son, efectivamente, viejos conocidos de los servicios de inteligencia occidentales. El grupo también fue identificado por las autoridades alemanas como el responsable del ciberataque contra el Bundestag en 2015, que culminó en un robo masivo de datos; o de infiltrarse en las redes de los ministerios de Exteriores y de Defensa y robar datos de varias de sus agencias en 2018.

Escándalo del dopaje. En 2016, la Agencia Mundial del Antidopaje (AMA) aseguró que había sufrido un ciberataque también por parte de los hackers Cozy Bear. En el pirateo, filtraron los historiales médicos de varios atletas y se trató de inculpar de dopaje a varias deportistas, como a la gimnasta Simone Biles, las tenistas Serena y Venus Williams o la jugadora de baloncesto Elena Delle Donne. La AMA aseguró tener información “bastante acreditada” de las “estrechas conexiones” de los piratas informáticos con Rusia. El ciberataque y las filtraciones no fueron casuales, llegaron después de que el llamadoInforme McLaren de la AMA desvelase una trama de dopaje de Estado, promovido por el Ministerio de Deportes ruso, según concluye la investigación oficial, que provocó el veto en los Juegos Olímpicos de Río a importantes atletas rusos. El escándalo del dopaje llega hasta hoy, con Rusia imposibilitada de competir en los grandes torneos internacionales. Hace dos años, el Kremlin se volvió a ver señalado en un escándalo similar cuando EE UU acusó a siete supuestos agentes del GRU de hackear empresas de control de dopaje.

Información «bastante acreditada», lo de siempre.

Avión ucranio. Las autoridades neerlandesas afirman que Rusia está detrás de la difusión, a través de webs aparentemente vinculadas al Gobierno de los Países Bajos, de noticias falsas relacionadas con la catástrofe del vuelo MH17, abatido por un misil ruso cuando sobrevolaba el este de Ucrania en julio de 2014 y en el que murieron sus 298 ocupantes. Varios informes de los Países Bajos dicen haber constatado la presencia de espías rusos en suelo neerlandés para difundir noticias falsas y realizar ataques cibernéticos contra empresas nacionales. El temor a injerencias y pirateos llevó incluso a realizar el recuento de votos de las legislativas de 2017 de forma manual.

¿»Abatido por un misil ruso»? Era un BUK de fabricación soviética. Ucrania era tan soviética como Rusia cuando se fabricó el misil. No confundas. Y esos misiles los opera también el ejército ucraniano.